Por Karina Herrera
— Si la niñez florece, el país florece con ellos.
En los primeros años de vida no solo aprendemos a caminar, hablar o jugar. También se siembran —o se limitan— nuestras posibilidades de aprender, de estar sanos, de sentirnos seguros y acompañados.
La primera infancia, que comprende desde la gestación hasta los seis años, es una etapa clave para el desarrollo integral de cualquier ser humano. Cada caricia, palabra, alimento o silencio influye. Cada experiencia forma parte del andamiaje que da estructura a la personalidad, la autoestima y el futuro de niñas y niños.
Y es una etapa que no se repite. Lo que no se construye a tiempo, a veces ya no puede recuperarse.
Como se explica en el libro Primera infancia. No hay segunda oportunidad, publicado por Promotora Social México, el 85 % del desarrollo cerebral ocurre antes de los cinco años. En ese mismo periodo se forman hasta el 90 % de las conexiones neuronales que impactan el aprendizaje, el comportamiento y la salud a lo largo de toda la vida.
Invertir en estos primeros años tiene efectos que se multiplican: reduce enfermedades como la obesidad y la diabetes, previene la violencia, fortalece la salud mental, y mejora el desarrollo educativo, económico y social a largo plazo.
Pero sobre todo, es un compromiso ético. Porque ningún niño debería tener menos oportunidades solo por el lugar donde nació o por la falta de atención en sus primeros años de vida.
Actuar desde el origen
En México, muchas personas y organizaciones ya están trabajando para transformar esta realidad. Desde distintos frentes y enfoques, suman esfuerzos para que cada infancia cuente. Aquí te compartimos solo algunas de ellas:
Pacto por la Primera Infancia Una alianza multisectorial que agrupa a más de 500 organizaciones comprometidas con el cumplimiento de diez compromisos para garantizar los
derechos de niñas y niños menores de seis años. Su fortaleza está en la incidencia política y el monitoreo ciudadano.
Un Kilo de Ayuda Con más de tres décadas de trabajo, impulsa un modelo integral que aborda nutrición, estimulación temprana, salud y desarrollo infantil, con base en evidencia científica y acompañamiento personalizado.
Hipocampus Desde la neurociencia educativa, desarrolla entornos enriquecidos para el aprendizaje temprano. A través de centros, programas y tecnología, promueve la estimulación oportuna desde los primeros años.
Fundación FEMSA Apuesta por el desarrollo infantil temprano a través de alianzas con gobiernos, sociedad civil y sector privado. Su foco está en crear entornos seguros, nutritivos y estimulantes desde el hogar y las comunidades.
Save the Children México Defiende los derechos de la infancia más vulnerable. Sus programas abordan salud, protección, educación y atención en emergencias, siempre con un enfoque de derechos y participación infantil.
World Vision México A través de proyectos comunitarios, promueve el desarrollo físico, emocional y espiritual de niñas y niños. Sus iniciativas integran salud, nutrición, educación, protección y fortalecimiento familiar.
Cada una, desde su mirada, trabaja por lo mismo: que la infancia tenga lo necesario para crecer con plenitud. Porque si las niñas y los niños florecen, el país florece con ellos.
Decidir a tiempo
Invertir en la primera infancia no es un lujo ni una opción. Es una decisión urgente, ética y estratégica. Significa cuidar desde el inicio lo más valioso que tenemos como sociedad: nuestras niñas y nuestros niños.
Y ese cuidado empieza con acciones sencillas pero profundas: mirar a los niños a los ojos, escucharlos, respetar sus tiempos, hablarles con ternura. Ser adultos significativos.
Desde un embarazo saludable hasta la inclusión de niños con discapacidad, desde la atención oportuna de enfermedades hasta la creación de entornos seguros en casa y en la comunidad, hay muchas formas de actuar —como familia, como sociedad, como país— para que cada infancia tenga un buen comienzo.
Descarga el libro completo: Primera infancia: No hay segunda oportunidad
Primera infancia: No hay segunda oportunidad